En Independiente su paso fue, en promedio, regular. Es que futbolísticamente es un jugador incuestionable, pero la mentalidad del jugador a pocos días del clásico de Avellaneda colmó la paciencia de los hinchas y dirigentes. Estos últimos decidieron rescindirle el contrato. La salida fue arreglada de palabra ayer, y así reflotó la posibilidad del retorno que hasta el momento era tan solo una ilusión de los hinchas.
El libro de pases ya está oficialmente cerrado pero Newell’s pidió una prórroga que en principio tenía vigencia hasta ayer, la cual fue extendida hasta hoy. Incertidumbre en los hinchas, apuro en los periodistas que afirmaban tanto una cosa como la otra, las horas no pasaban el día de ayer. Hoy es otra historia: Pablo Pérez es nuevo jugador de Newell’s.
Debutó en 2006, comenzó a llamar la atención luego de aquel recordado partido frente a Estudiantes que concluyó 4-4 con tres goles del número 8. En 2009 partió hacia el Emelec (Ecuador) donde su rendimiento y el de todo el equipo les permitió disputar la Copa Libertadores. Luego volvió al país para ser pieza clave del Unión de Frank Kudelka que logró el ascenso a la Primera División.
Para 2011 Pablo Pérez ya estaba cursando su segundo ciclo en el Club, en una situación delicada tal como lo fue el arranque de esta temporada. Durante dicha etapa se reforzó la idea del sentido de pertenencia, de la identidad de los jugadores nacidos en el Club. Un innegable triunfo de las inferiores leprosas y del aliento de la gente. Éste se sumó al plantel que ya contaba con Mateo, Bernardi, y donde poco tiempo después se incorporarían Maxi Rodriguez, Heinze y Nacho Scocco al mando del Tata Martino. Final feliz ya conocido para los hinchas de Newell’s, que volvieron a gritar campeones del Torneo Final 2013, aunque con algo de dolor tras prácticamente rozar la Copa Libertadores.
Tras dejar el Club en 2014, PP8 cruzó al continente europeo y se calzó la camiseta del Málaga donde no tuvo mucha participación. Luego jugó en Boca durante 5 años donde alcanzó a jugar la final de la Copa Libertadores, una instancia mayor que la alcanzada con la rojinegra, y luego de sentir que el ciclo estaba cumplido, emigró hacia Independiente.
Hoy se inicia el tercer (y último) ciclo de Pérez y como siempre vuelve a resonar el sentido de pertenencia, el amor por los colores. Hoy Pablo Pérez vuelve a decirle no a las tentaciones y hace honor a la historia que identifica a Newell’s y a sus hinchas (incluyendo a los jugadores-hinchas). Días atrás Anibal Moreno, el juvenil que es furor por marcarle un golazo a San Lorenzo desde 30 metros, hizo referencia a Newell’s como una “escuela”, entre lágrimas, y haciendo mención a los momentos que se le vinieron a la cabeza. Además de los regresos que marcan el sentido de pertenencia, el apego y compromiso de los juveniles son los primeros pasos para que cuando se vuelvan jugadores experimentados repitan estas conductas. A pesar de las malas, y casi sin darse cuenta, Newell’s vuelve a tener una mezcla de experimentados que volvieron al Club y juveniles que prometen a futuro.
Queda a las claras que el sentido de pertenencia no fue un suceso aislado del 2013 ya que hay una holgada lista de jugadores que decidieron ponerse la casaca de nuevo (o en algunos casos por primera vez), y sería injusto hablar del fenómeno solo en los casos de jugadores de élite cuando este sentimiento trasciende la categoría y la capacidad futbolística de los jugadores: Banega, Formica, Bernardello, Maxi en su segundo regreso, Lema, Víctor Figueroa en su regreso, Luciano Pocrnjic… hasta los Leandro Grimi tienen un lugar cuando se habla de amor por los colores, aunque esto no se haya traducido en rendimiento futbolístico. Y por qué no, gracias a este fenómeno, el hincha de Newell’s aprendió a cuidarse y no tolerar a los Brian Sarmiento.