Dos veces al año, pero especialmente cuando comienza la temporada, los clubes – con sus dirigentes, directores deportivos y entrenadores – pergeñan el armado de los planteles. Como hay que balancear el aspecto económico y no superpoblar puestos, tanto las llegadas como las partidas de jugadores adquieren relevancia. Incluso ambos aspectos determinan los presupuestos y las posiciones a cubrir. En Newell’s, tanto D’Amico, Peratta como Kudelka consideraron que primero había que depurar el plantel para luego contratar refuerzos. Por eso, y en el marco de una las tareas más ingratas que tiene un entrenador, el DT les comunicó a Manuel Guanini, Fabricio Fontatini y Cristian Insaurralde que no “son prioridad” para el armado del equipo, lo que es igual a que no forman parte de la consideración y deberán buscar un nuevo rumbo. Se trata de tres jugadores que, en distintos momentos, llegaron con expectativas y hoy se marchan con total indiferencia.
Claro que una mala decisión en la contratación de un futbolista puede significar un riesgo muy grande para un club. Por eso, un error no forzado, implica una mala operación financiera, posterga a juveniles y conspira en cierta medida con el rendimiento de un equipo. En NOB, las salidas de Guanini e Insaurralde son paradigmáticas. El primero llegó con el pase de su poder desde Gimnasia. En los amistosos ya se había hecho visible su rendimiento no acorde a un futbolista de jerarquía y con pretensiones de ser el ‘2’ rojinegro. Y como no podía ser de otra manera, sus deficientes actuaciones se repitieron y potenciaron durante los encuentros oficiales. Ni siquiera las declaraciones desafiantes de Kudelka para defender a su ya ex dirigido fueron suficientes para sostenerlo como titular. Newell’s no solo no reemplazó a Lema sino que también sumó un problema.
En el caso de Cristian Insaurralde la situación fue distinta: el club invirtió dinero y su estadía se prolongo en el tiempo pese a no ser titular con frecuencia. Llegó en enero del 2019 proveniente del América de México y la institución pagó U$S 600.000 dólares por el 33% del pase. En el terreno de juego, nunca se consolidó. Solo se recuerda un importante gol de cabeza ante Boca en septiembre del 2019 que valió para obtener un interesante empate en La Bombonera. Pero una acción puntual parece muy escasa para justificar el dinero invertido y el tiempo en el que permaneció en Rosario. La ecuación es sencilla: la Lepra gastó mucho dinero por un futbolista que prácticamente no utilizó, tampoco pudo revenderlo y postergó el crecimiento de juveniles.
Otro jugador que buscará un nuevo destino es Fabricio Fontanini. Si bien nunca fue un titular indiscutido y alternó buenas y malas, su performance en el club fue distinta a los dos jugadores ya mencionados. Al menos tuvo continuidad con Llop y De Felippe y fue una primera opción para relevar a Lema y Gentiletti en la primera parte del ciclo de Kudelka. Incluso anotó algunos goles y por momentos tuvo un nivel aceptable. De igual manera, en tres años no logró afianzarse ni ser un imprescindible como otros futbolistas que llegaron al Parque. Durante el último año y medio, ningún futbolista de la cantera leprosa tuvo oportunidades de disputarle un lugar y afianzarse.
En los tiempos actuales, las organizaciones deportivas no son ajenas a los cambios tecnológicos. Ya no hay lugar para los que sólo especulan con negocios oportunos o únicamente recurren a representantes e intermediarios cercanos. Las entidades más solventes buscan la profesionalización de cada área, cuentan con presencia de ojeadores y realizan seguimientos de análisis estadísticos pormenorizados de cada futbolista. Hoy las grandes estructuras – Racing es un gran ejemplo en el país – cuentan con secretarías deportivas conformadas por ex jugadores, entrenadores, editores, analistas de videos y scouters. El Big Data llegó como un complemento para aportar a los conocimientos ya adquiridos y disminuir considerablemente el margen de error. La competencia es cada vez más feroz y no puede quedar ningún detalle librado al azar.
Sin sumarse a estas nuevas tendencias, Newell’s incorporó a muchos futbolistas que pasaron sin pena ni gloria por la institución. Como consecuencia, relegaron a juveniles y significaron malos negocios económicos. Las contrataciones de Ribair Rodríguez, Guanini, Insaurralde, Salinas, Ze Turbo, Villarruel, Del Castillo, Paredes y compañía representan una muestra cabal y certera. Se trata de demasiados refuerzos que no estuvieron a la altura en un período muy corto de tiempo. Y como no podía ser de otra manera, al club le costó dinero y al equipo, puntos en la tabla.
Pero a no confundirse ni cambiar el foco: las recientes salidas de Guanini e Insaurralde dejan más expuestos a quienes los contrataron que a los propios jugadores. Si no se modifica la metodología de captación ni se profesionaliza el área, mañana serán otros nombres los que repitan la ecuación.
Licenciado en Comunicación Social. Master en Periodismo Deportivo.
Periodista en De Leprosos y Canallas. Redactor en Planeta Newell’s