Newell’s tenía una cara distinta al del torneo anterior, pero en una ráfaga cordobesa, lo perdía injustamente 0-2. Hasta que apareció la mano de Gamboa y los jugadores nuevos desde el banco, para poder revertir el resultado. Compagnucci, Garro y Cristaldo, los protagonistas de la remontada.
La Lepra venía disputando un buen partido. Un debut más que correcto, en el cual sufría un golpe demasiado fuerte de acuerdo a lo plasmado en la cancha. Era superior a Talleres desde la presión y había genera situaciones interesantes, pero en una mezcla de situaciones fortuititas y con falencias evidenciadas, la visita se puso sorpresivamente en ventaja.
Cómo habrá sido la cosa, que el primer gol del conjunto de Medina arrancó con un bombazo estrellado en el travesaño de su propio arco. Pero así son las cosas, la mala suerte de que el rebote caiga en el lugar justo, un mal calculo de Bíttolo y un retroceso defectuoso, terminaron en la sopresiva ventaja parcial de Michael Santos.
Ahí pareció venirse todo abajo. La asfixiante presión de Newell’s en los primeros 20 metros dejó de funcionar, hubo desorden, desesperación y temor por repetir el pasado. Fue el peor momento, no había patrón para salir adelante y el rival, otra vez desde un mal cierre de Mansilla, estiró la diferencia. Parecía terminado, pero no.
El Negro movió la estantería, la misma con la que con una buena idea, había sorprendido en el tramo inicial del cotejo. Pero esta vez fue desde el banco, con ideas y con caras nuevas: primero, Gabriel Compagnucci, cuando promediaba la hora de juego, desde un tiro de esquina puso el descuento transitorio de cabeza. Fue el pie para arrancar con otras expectativas.
Newell’s recuperó aire y tuvo más similitudes con el primer equipo que salió a la cancha: había diferencias, estaba más cansado y jugaba menos desde la presión, lo intentaba hacer desde la pelota; pero, contrapuestamente, había otra cuestión a destacar: Talleres tenía temor del papelón.
Y fue el Rojinegro y casi, como si el destino apoyara a este nuevo ciclo de Gamboa, fueron las flamantes contrataciones las que pusieron las cosas en su lugar: a los 76 minutos, otra vez a partir de una sustitución, Juanfi Garro de cabeza y 2 a 2.
La balanza terminó de inclinarse en favor de la Lepra. Con empuje y determinación, se dieron nuevamente las cosas para ir por todo. Un equipo rejuvenecido físicamente, dispuesto a tomar riesgos y ganarlo: así fue, otros de los bancados por el club e incluso con chances de emigrar, apareció para conseguir el triunfo. Tras otra pelota parada, en medio de rebotes, entre Garro y Jonatan Cristaldo, quien estaba abajo del arco y la empujó, sentenciaron el 3 a 2 final.
En definitiva, el primer partido de Newell’s, el primer encuentro del Negro a la cabeza, fueron un calco de su idiosincrasia. Corazón, intensidad y búsqueda. También hubo sufrimiento producto de errores y desacoples, pero esas serán cosas a modificar en el tiempo. Ganó la Lepra, lo consiguió con justicia y hay un nuevo aire para lo que se avecina.
Planeta Newell’s.