6 de diciembre de 2021. Marcado a fuego. Maxi Rodríguez se transformará en una contradicción. El capitán se rendirá ante la mortalidad del fútbol, y opuestamente a lo que pregonó a lo largo de su carrera a partir de su magia con la pelota, las sonrisas que cosechó con el paso del tiempo, se convertirán en emoción y lágrimas. A la par del camino que nos depara la vida, la Fiera decidió poner punto final, lo que significa que será el final de un trayecto de alegrías provocadas. Y eso, da tristeza.
22 años de fútbol, siempre fue Newell’s. Incluso cuando estuvo con la Selección Argentina o cuando fue apenas una tenue esperanza de retorno. Atravesó generaciones. Los más grandes lo vieron. Los que prácticamente como a él en este tiempo le nacieron las primeras canas, y maduraron con el correr de las décadas, también. Hay chicos que dejaron de serlo y que hoy serán parte de la despedida del primer ídolo al que contemplaron en una cancha. Maxi Rodríguez es eso. No es solamente su último gol a Central Córdoba con la jerarquía que pudo presumir casi con excepcionalidad, o los fuertes estallidos al grito de gol que se formaron con cada intervención. Maxi Rodríguez también es la persona cuyo primer tanto en primera fue contra Los Andes, en 2001, y en el que las imágenes que atestiguan ese hecho no parecen sencillas de distinguir por el paso del reloj. Por eso, Maxi es tiempo y en parte, es de todos.
De pequeño lo veían como una Fiera, pero fue en 1999, a los 18, cuando definitivamente fue un distinto que merecía tener su primera oportunidad en el mejor fútbol nuestro. Los flashes le llegaron rápido y tempranamente hizo un viaje a Europa que duró 10 años, pero en realidad nunca se fue su cabeza de Rosario. Precisamente, como su corazón permaneció siempre en el mismo lugar, vino a sus raíces cuando más lo necesitaban. La historia no fue escrita así apropósito, fue amor genuino. Simplemente fueron circunstancias que desencadenó el destino y en las que terminó optando por elegir el lugar donde de chico fue feliz. Resignó dinero, comodidad y por qué no decirlo, algo de prestigio internacional. Dejó de entrar a los mejores vestuarios del mundo, de enfrentar a los mejores, de estar en los principales medios de primera plana, para ser uno más de los que conviven en este país. Todo eso con un fin, devolver felicidad: lo logró.
Por todas estas cosas, Maxi no solamente es sinónimo de sonrisas y gloria. Es esperanza. Es que la Fiera también es lo que no suele suceder. Es la expectativa de lo que no pasa, esa eterna zanahoria que perseguimos, que sirve como motor para seguir buscando más y más, aunque probablemente nunca lleguemos a alcanzarla. Maxi es un ejemplo de que de vez en cuando, muy esporádicamente, esa esperanza utópica se convierte en real, y no es más ni menos que un boleto de avión que dice Liverpool – Rosario.
Maxi Rodríguez es muchas cosas. Resumirlo en leyenda no describe absolutamente nada. Enumerar acciones tampoco, no lo representan a fuego y piel, y tampoco lo ponen en un justo contexto. Lo estadístico tampoco es equitativo. 94 veces infló la red… ¿y? ¿Eso acaso plasma la alegría del gol en el minuto 93? ¿O el alivio y después, el éxtasis ilusionante del penal decisivo contra Boca? ¿Eso acaso detalla con realidad lo que implicó para una hincha Rojinegro sacarse una foto con su ídolo en un día cualquiera de Rosario? ¿Las estadísticas cuentan lo que significó para una persona laburante enterarse por la radio que ese crack iba venir a ponerse la Rojinegra para que Newell’s escape de la angustia del descenso? ¿Ven lo que pasa? En la obligación por explayarme no narré decenas de situaciones más que dibujaron a Maxi Rodríguez. Tampoco las palabras fueron justas para describirlo.
Lo que sí está claro, es que Maximiliano Rodríguez increíblemente hoy se parecerá a un villano. Ese conmovedor video que subió a través de sus redes, en el que no hace más que contar que dejó todo por su amado club, y que ya no tiene más, determinó que hoy y por toda la eternidad será declarado como el culpable de provocar tanta desazón. Es que, los recuerdos que queden estancados en la memoria harán estragos, ese es el precio de los buenos momentos. Maxi dio muchos. Por eso, por primera y única vez, el Coloso en medio de un llanto, le dirá gracias por última vez.
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