Ante una multitud presente y con el calor agobiante como condicionante, Newell’s volvió al ruedo y le brindó a su público un correcto partido en el Marcelo Bielsa. Sin embargo, no sirvió para llevarse los 3 puntos ante la elefantiásica estructura de Boca. En líneas generales, la Lepra cumplió con su plan estipulado, más allá de los errores típicos que existen en un equipo en formación ante otro que acumula jerarquía. A continuación, el rendimiento desmenuzado de los 14 futbolistas que intervinieron y la labor de Héctor Bidoglio.
Alan Aguerre: Otra actuación en la línea de los 8 puntos. Seguro por arriba y por abajo, ahora también le agregó seguridad en sus pies para intervenir cuando la jugada lo dispuso. Poco tuvo que hacer en el gol de Benedetto. Sus salvadas le dan al equipo un plus competitivo que hace mucho que no tenía, y que en estos contextos favorece mucho para equiparar la jerarquía del rival.
Facundo Nadalin: Muy aplicado mientras el plan de juego se impuso. Aprovechó los despistes de Reynoso para atacar el espacio con conducciones a la carrera y centros cruzados. Sufrió los ingresos de Zárate y Ábila porque sumados a las trepadas de Mas, lo obligaron a trabajar en inferioridad numérica.
Stefano Callegari: Un partido perfecto en cuanto a cruces que se vio apañado por algunos erorres de lectura a la hora de tomar a Benedetto. En el empate xeneize quedó absorbido por el posicionamiento de Ábila.
Fabricio Fontanini: Aportó seguridad hasta el movimiento de Alfaro de apostar al doble 9. Hasta allí, había tenido una labor correcta con coberturas sólidas por alto y por bajo. Luego de ese movimiento, perdió la brújula y nunca más pudo ubicar a los delanteros del xeneize.
Mariano Bíttolo: Con Newell’s dominando la pelota, siempre fue apoyo y opción de desdoble. Sin embargo, entre la poca disciplina defensiva de Figueroa y los piques de Pavón al vacío tuvo dificultades. Más allá de eso, viene mostrando solidez en los mano a mano y eso es una buena noticia.
Jerónimo Cacciabue: Un partidazo por la magnitud de los rivales que enfrentó y la cantidad de funciones que realizó sin resentir el funcionamiento. Con su despliegue característico comandó la presión en el 1T y junto a Rivero se escalonaron para evitar la progresión rival. A la hora de jugar, no tuvo problemas de dar el paso adelante y hacerse eje para que con sus cambios de orientación Maxi, Formica y Figueroa pudieran posicionarse en ataque. Todavía debe pulir algunos conceptos en relación a los retrocesos pero por este camino será más fácil.
Braian Rivero: El gran partido de Cacciabue lo mejoró como volante central definido. En su tarea de vigilar a Tévez cumplió, más allá de algunos espacios que dejó a su espalda por la falta de coordinación que existe, en algunas jugadas, con Fontanini y Callegari. En relación a la prueba ante Vélez, se lo notó con más fluidez a la hora de dar el primer pase: 91% de acierto, producto de 66 buenas entregas.
Víctor Figueroa: De los tres ‘creativos’ en cancha fue el más movedizo, pero también el que menos colaboró en el retroceso. Esa conexión con Formica para alternarse el medio y la banda es peligrosa para cualquier rival. En comparación con los ciclos anteriores, está comenzando a corregir su intermitencia durante los ataques y esa es la mejor noticia para Bidoglio.
Mauro Formica: Un partido a pedir de su juego. El colectivo multiplicó sus apariciones y le permitió hacerlo en su zona predilecta, de 3/4 de campo. Lujoso y tiempista, no hubo ataque que no pasara por sus pies. Además, junto a Fydriszewski estuvieron coordinados para presionar, un registro que se fue diluyendo después de la salida del 9.
Maxi Rodríguez: Así como Aguerre brinda un plus con sus atajadas, Maxi lo hace con sus apariciones. Su golazo fue la prueba más cabal de lo mucho que Newell’s necesitaba de su jerarquía. Tuvo intermitencias, pero mientras conectó con sus compañeros el equipo tuvo otro vuelo.
Francisco Fydriszewski: A simple vista, un partido discreto y más ligado a la fricción que al juego. Sin embargo, sus movimientos volvieron a ser clave para activar espacios y generarle ventajas a los creativos. Deberá reprocharse que entrar en el juego físico de Izquierdoz no fue lo más recomendable para el juego, pero si Figueroa, Maxi y Formica generaron tanto daño, el Polaco también tiene su cuota de responsabilidad.
Luís Leal: Su ingreso perjudicó al equipo en virtud de la postura sin pelota. El portugués no tiene en su ADN la característica de presionar y marcar en ataque, y lo hace más por una cuestión instintiva del partido que por sapiencia. Volvió a demostrar estar espeso a la hora de los controles y las descargas. Sin embargo, convirtió un golazo tras combinar con Maxi que el lineman anuló (correctamente) por offside y minutos después el palo le negó el gol del triunfo.
Alexis Rodríguez: En lo poco que intervino se lo notó enchufado, más allá de algunas decisiones apuradas.
Lisandro Alzugaray: No gravitó.
Héctor Bidoglio [DT]: En su primer partido grande como DT, aprobó el examen. El plan de juego que dispuso, mientras fue ejecutado, fue superior a lo planteado por Gustavo Alfaro por la disposición de los futbolistas y las funciones que cumplieron, todas muy cercanas a sus características de base. Un equipo corto, que tenía criterio cada vez que tomaba contacto con la pelota, presionaba con fiereza tras la pérdida y se defendía con la posesión. En el segundo tiempo, Boca salió con más decisión y apostó a generar peligro cargando el área y desplegando a sus laterales y desde allí, las acciones comenzaron a emparejarse. Quizás fue ahí donde faltó el cambio que le dio réditos ante Patronato y San Martín: el añadir a Teodoro Paredes a la zaga para generar superioridad 3×2 sobre los dos ‘nueve’. Sin embargo, eso no ocurrió y con el paso del tiempo las piernas comenzaron a pesar en Newell’s y el Xeneize se encontró con ventajas. No obstante, es muy valorable el perfil que va adquiriendo su idea con el correr de los partidos. Un equipo respetuoso del buen juego, que cada vez concede menos defensivamente y que comienza a manejar el ritmo de los partidos con más facilidad.
Planeta Newells | A Dos Canchas