Desde que se conoció que Newell’s Old Boys y el clásico rival se enfrentarían por los cuartos de final de la Copa Argentina, era sabido que vendrían largos días de rosca dirigencial y operaciones políticas, con lo futbolístico quedando supeditado a un segundo plano y con la voluntad de los hinchas genuinos por cada lado pendiendo de un hilo.
Las pujas comenzaron con la discusión en torno a la ausencia de determinados futbolistas de cara a lo que primeramente se había pensado: la fecha FIFA del 14 de octubre. Razón que motivó a que la dirigencia auriazul proponga aplazar el partido, acusando la ausencia del chileno Alfonso Parot para esos días. Una movida que fue en contra de lo propuesto por Newell’s, que siempre tuvo la postura firme de jugarlo ese día y con ambos públicos, pese a no poder contar en lo inmediato con Luís Leal, Brian Sarmiento ni Leandro Grimi. Esta rispidez entre ambos clubes, sumada a la falta de celeridad de las autoridades de la Copa y la clase política terminaron por impedir que el partido se lleve a cabo en esos términos.
“No sabía que se podía postergar una fecha por un jugador, sea nuestro o del rival. Creo que si la organización es seria debería ir más allá de la presencia de un jugador o no”
Omar De Felippe
De esta manera, otra vez se expuso la falta de cintura de la Comisión Directiva rojinegra, que vivió semanas complicadas desde “lo político” tras verse perjudicado en las distintas pulseadas con Superliga, AFA y APREVIDE: Horarios complicados para jugar por el torneo local -en su mayoría días laborables-, rechazo al pedido de hinchas visitantes en distintas ocasiones y una insólita suspensión el día que debía enfrentar a Estudiantes, esa vez sí con su público, en el estadio de Quilmes por ‘condiciones climáticas’. Un frenesí de decisiones que exacerbaron los ánimos de los hinchas de la Lepra.
Sin embargo, este fracaso deportivo y social no habría podido constituirse sin la triste connivencia política. Ante el afloro de las posibilidades de que el encuentro se diputase en el ámbito local, con la realización de un sorteo para definir la sede y evitar la salida de los hinchas de Rosario, los problemas no cesaron. A nivel municipal se habló mucho en virtud de velar por la seguridad y brindar el marco propicio para que el clásico pueda jugarse, pero en los hechos, no hubo movimiento alguno. Ni siquiera unas palabras de la intendenta Mónica Fein, instando a las partes a limar asperezas y organizar la fiesta en la ciudad, ni mucho menos Patricia Bullrich, ministra de Seguridad de la nación, que sólo hablo en general de garantizar dicha seguridad sin datos concretos.
Otra de las probabilidades que se barajó fue la de disputar el encuentro en Santa Fe, en la cancha de Colón. Una forma de hacer que el partido no salga de la provincia y llevar las condiciones a la máxima neutralidad. Esta alternativa se diluyó entre el correr de los días y una solicitada escrita por Marcela Aeberhard, concejal de dicha ciudad por el PJ, donde le pedía al intendente José Corral que no cediera ante el pedido de jugar el partido en el Cementerio de los Elefantes.
Desde Copa Argentina no hubo preocupación verdadera por abocarse a garantizar y organizar nada, sólo un escueto comunicado emitido el jueves donde se responsabiliza al gobernador Miguel Lifschitz de las dificultades de concretar un día y una hora. Las represalias no tardarían en llegar. Tampoco se hizo alusión sobre la confirmación de la versión que dictamina que el cotejo se disputaría el miércoles 24 de octubre en cancha de Lanús, a las 15 y a puertas cerradas. Un escenario lleno de acusaciones que van y vienen y de un fuego cruzado entre los distintos poderes que intervienen. En el día de ayer, la gobernación contestó con fiereza a las acusaciones emanadas por los organizadores del evento.
Como si todo esto fuera poco, en los últimos días se produjeron distintas agresiones vía redes sociales entre hinchas de ambas parcialidades, dando cuenta de un contexto que no ayudó y de una bronca contenida que existe en cada lado.
En tanto, desde la tierra del cuarto y el fernet, el encargado de los espectáculos deportivos local, Gonzalo Cumplido, aseguró: “Si la decisión de la organización y de las autoridades gubernamentales, es traer el clásico a nuestra provincia, nos pondríamos a trabajar”, sin dejar de mencionar, claro, que desde Copa Argentina en ningún momento se les planteó formalmente a los cordobeses que el clásico rosarino se juegue allí.
Como si fuese poco, también el sector empresarial se hizo mella de lo que está sucediendo. Fue Guillermo Tofoni, empresario de la industria deportiva, quien desde su cuenta de twitter atinó a aducir que no se equivocaba con sus dichos de hace 5 años cuando en enero de 2013 aseguró que era más fácil organizar un Argentina-Inglaterra en Malvinas que un Newell’s-Central.
Planeta Newell’s.