Por sorteo se jugó en el viejo estadio de Rosario Central. Leprosos por un lado y Canallas por el otro. La final del Metropolitano de 1974 se definía entre los dos grandes rivales de la ciudad de Rosario, y sin duda que de antemano se sabía que era un partido que iba a marcar un antes y un después. Newell’s buscaba su primera liga oficial y Central quería mantener el auge de sus títulos.
El torneo se jugó de la siguiente manera: 18 equipos divididos en dos zonas y los primeros dos de cada una participarían de un cuadrangular. Central fue el primero de la zona A seguido por Huracán, y Newell’s el mejor de la zona B con Boca como segundo.
La primera fecha del reducido ganaron los dos equipos rosarinos. Newell’s 3 a 2 al gran Huracán que dirigía César Luis Menotti y Central 3 a 1 a Boca. Pero en la segunda fecha La Lepra sacó ventaja del resto y le ganó al Xeneize 1 a 0, mientras que el Globo también le ganó 1 a 0 al Canalla. Estos resultados posibilitaban que Newell’s salga campeón en caso de empatar el último partido.
El marco no era solo el de una final, era también el de un clásico. Los dos mayores deseos de cualquier equipo se combinaban solo en un partido. Aquel Central era un equipo muy sólido defensivamente con jugadores experimentados. Por otro lado Newell’s mantenía la base de temporadas pasadas con un entrenador jóven como Montes más la vuelta de Alfredo Obberti desde Gremio.
El equipo que formó Juan Carlos Montes fue: Carrasco; Rebottaro, Pavoni, Capurro, Barreiro; Picerni, Berta, Zanabria; Santamaría, Obberti (Ribecca) y Rocha (Magán). El Central de Carlos Timoteo Griguol salió con Biasutto; González, Arias, Cornero, Burgos; Aimar, Solari, Zavagno; Bóveda, Roberto Cabral y Carril.
El primer tiempo fue puro desconcierto. El nerviosismo era letal y se notaba que los equipos no podían llevar a cabo sus ideas. Se jugó más en las tribunas colapsadas que en el terreno. Sobre el final de la primera mitad, Pavoni cometió un penal que terminó convirtiendo Arias para el 1 a 0 de Central. La Lepra se fue al descanso con el bajón de tener 45 minutos para revertir la situación.
Pero no iba a poder y se le iba a complicar aún más. A los 69 minutos Carlos Aimar puso de cabeza el 2 a 0. Los rostros leprosos en la tribuna lo decían todo, la final del Campeonato Metropolitano estaba quedando en manos de los Canallas. La posibilidad de hacer historia, de conseguir la primera liga, se le escapaba de las manos.
Afortunadamente para La Lepra, a los pocos minutos cayó el descuento de Armando Capurro tras un cabezazo al segundo palo. Desde ahí que el partido cambió totalmente el rumbo. Central se vio obligado a defender y meterse atrás mientras que Newell’s buscaba el empate que le diera el título. Pero la pelota no entraba. Pasaban los minutos, los intentos, y el Metropolitano seguía teniendo el mismo dueño. Cada segundo que pasaba era cada latido de un corazón. Sin embargo, a pocos minutos del final, pasó lo que solo pasa en películas.
Quizás los partícipes y los testigos sabrán relatar mejor lo sucedido. Algunos dirán que fue un enviado de Dios, que aquella zurda estuvo bendita y que no fue obra del fútbol sino de algún fenómeno sobrenatural. Otros dirán que fue el diablo y lamentarán hasta el día de hoy que les haya tocado a ellos estar de aquel lado de la vereda. Algunos se emocionarán y otros no querrán ni hablar sobre el tema.
Fue una salida desde abajo. Newell’s le pidió a la pelota que por un momento deje de quemar. Y se fue armando la progresión. Pases por un lado, pases por el otro. Los espacios cerrados cada vez más cerrados. Los centros al área cada vez más despejados. Hasta que por derecha se abrió una posibilidad. Una pelota cayó en la cabeza de Magán, que en aquel momento saltó más que nadie en la historia y ganó. La pelota bajó hacia atrás y ahí estaba Mario Zanabria esperándola en el borde del área, quien de primera dio un zurdazo que se metió en el ángulo del palo del arquero.
Las gargantas se rompieron. El gol más gritado en la historia de Newell’s y el más importante. El partido se cerró con aquella zurda bendita. Desde Central no quedaban fuerzas ni almas disponibles como para buscar la victoria. Fue 2 a 2 y el Campeonato Metropolitano de 1974 se lo quedó Newell’s.