Pese a que el domingo encontró a Newell’s siendo noticia a nivel global gracias al homenaje de Messi y su camiseta que utilizada por Maradona, la jornada culminó con otra deficiente actuación de la Lepra en esta Copa que ahora lleva el nombre de Pelusa. El equipo repitió errores, volvió a sufrir accidentes, cayó 2 a 0 ante Boca y fue relegado a la Fase Complementación a falta de un partido por disputarse. ¿Fallaron los jugadores? ¿Se equivoca Kudelka? ¿El plantel está a la altura? Este traspié tiene razones y motivos, los cuales toca analizar.
Las individualidades no están apareciendo.
La llegada de Ignacio Scocco en la última ventana de pases vaticinaba un salto de calidad competitiva respecto a un equipo que venía en una curva ascendente y necesitaba mejorar el último toque. Sin embargo, todavía no se advierte que la conjunción entre el delantero con las presencias de Maxi Rodríguez y Pablo Pérez mejorasen la dinámica. Incluso, lo que se notó con la presencia del trío es una merma respecto a la presión y la compactación del equipo. Al margen del contexto y las dudas tácticas, individualmente ninguno de los tres parece estar en una óptima versión futbolística ni física. Por su parte, el trajín leproso en la Zona 4 arroja un flojo nivel de varias piezas. Fabricio Fontanini y Manuel Guanini cometieron errores que costaron puntos, Julián Fernández y Aníbal Moreno se difuminan en una mitad de cancha donde los rivales ahora transitan fácil y a Ángelo Gabrielli lo delata su infantil expulsión en la Bombonera.
Los rivales lo sorprendieron.
Desde que el sorteo la confirmó, se preveía que la Zona 4 iba a ser la de más nivel en este torneo. La convergencia entre el último campeón y tres equipos que culminaron en la parte alta de la última Superliga generó un escenario donde los detalles, los estados de forma (individuales y colectivos) y el pulso competitivo pesaron más que en otros grupos. Y la sensación que queda es que a Newell’s no pudo tocarle grupo peor para desenvolver su juego. Frank Kudelka pensó en la pretemporada un modelo para que sus piezas diferenciales puedan coexistir, pero en esa búsqueda se vio superado por planteos rivales que desnudaron falencias en las bandas y por el centro, y le imposibilitaron a la Lepra dominar los trámites desde la tenencia. Sin un líder defensivo y con imponderables que condicionaron algunas decisiones del entrenador, la Lepra corrió desde atrás desde el primer partido.
No existen fórmulas mágicas
El entrenador leproso advirtió una falla generalizada tras el segundo encuentro ante Boca, pero el ajuste (pasó de un mediocampo de 3 hombres a uno de 4) apenas le sirvió para sorprender –y muy bien- a Lanús. Al encuentro siguiente, Talleres terminó dominando pelota y campo en el Coloso y la Lepra no pudo cambiar el chip pese a estar en superioridad numérica. Una metáfora de la manta corta ocasionada porque, simplemente, las características del plantel no combinan con una propuesta reactiva. Newell’s podrá replegarse por tramos y en contextos puntuales, pero el equipo de Kudelka está seteado para defenderse con pelota y jugar lejos de su arco. Para hacer esto último de manera óptima, ganar metros y plantarse en campo rival, tiene que ajustar su presión tras pérdida. El rojinegro pierde rápido la pelota, en zonas poco favorables y no hay buena ocupación del espacio para recuperar rápido y evitar correr hacia atrás. Para colmo, la agresividad defensiva se fue con Cristian Lema y la última línea se convirtió en el talón de Aquiles del equipo. En cuanto a la faceta ofensiva, si el propósito es juntar a los de jerarquía en los carriles interiores, es fundamental generar amplitud por afuera para estirar a los rivales. Para ello, los laterales deben dar un paso adelante que no se advirtió en estos partidos.
El efecto innegable de la pandemia y los imponderables.
El COVID-19 y su pertinente parate le llegó a Newell’s en un momento poco oportuno. Entre enero y marzo, la Lepra sólo había caído en un cotejo sobre sus ocho disputados y había cosechado importantes puntos en reductos complicados. Además, las llegadas de Pablo Pérez y Sebastián Palacios le dieron un impacto positivo a la estructura. Ocho meses después, el formato de torneo cambió y las circunstancias ya mencionadas revirtieron la dinámica: cinco cotejos en los que el funcionamiento no sólo que no se consolidó, sino que comenzó a arrojar serios problemas que los rivales expusieron al superar a Newell’s en pulmones y en fútbol. Por si fuera poco, en los cinco juegos de esta Copa Diego Maradona el DT estuvo obligado a hacer cambios obligados entre expulsiones (Fontanini ante Talleres) y lesiones (Aguerre y Scocco ante Boca, Gentiletti ante Lanús y Bittolo ante Talleres). Además, perdió por coronavirus a Julián Fernández y Ángelo Gabrielli (ante Lanús) y a Nicolás Castro (ante Talleres y Boca). Si hubo deficiencias tácticas, estos imponderables le complicaron aún más el panorama a Kudelka.
Las soluciones del entrenador desde el banco.
La mano de Kudelka está flaqueando mayormente en su dirección desde el banco. Por su estilo, el freyrense no es un entrenador intervencionista, que apele a revoluciones tácticas entre tiempo y tiempo o que modifique abruptamente el modelo de juego sobre la marcha. Incluso en los buenos tramos de su ciclo, su gestión de las sustituciones en tiempo y formas dejó siempre alguna duda. No obstante, las experiencias que la Lepra acumuló en los últimos partidos develaron un deficiente accionar del cuerpo técnico a la hora de las variantes en el complemento. La regla de los cinco cambios, una buena nueva para el mundo del fútbol en tiempos de pandemia, todavía no ha sido explotada por los entrenadores en su totalidad. En un equipo como el rosarino que mezcla experiencia y juventud, administrar esto es fundamental para no resentir piernas y encontrar una intensidad uniforme. Y sobre todo, para torcer dinámicas adversas en el terreno futbolístico.
¿Qué le queda a Newell’s en el corto plazo?
Una vez matizado lo ocurrido en esta Zona 4, al analizar la totalidad del ciclo de Kudelka se encuentra que el balance de su labor es positivo. El piso competitivo del equipo, aunque bajo en los últimos partidos, ha crecido mucho desde que la llegada del entrenador. Es cierto que esta coyuntura actual lleva a la confusión, ya que Newell’s debía responder a una determinada exigencia en donde no compitió bien y jugó peor. Pero en este torneo experimental, donde no hubo nada más en juego que una Copa Nacional, el rojinegro adquiere experiencia competitiva de cara a los compromisos del 2021. La Copa Sudamericana tendrá un formato idéntico al de esta primera fase y las falencias expuestas obligan a los encargados de la confección del plantel a tomar notas de cara al año entrante. Sin Alan Aguerre ni Ignacio Scocco, los próximos compromisos podrían ser un banco de pruebas para testear el pulso competitivo y futbolístico de los jóvenes que piden pista desde las entrañas del club.
Planeta Newells | A Dos Canchas