No fue hazaña por muy poco. El Rojinegro no logró el objetivo trazado antes de iniciar el encuentro, el de ir por la heroica y conseguirlo. De todas formas, la sensación que invadió ayer al Marcelo Bielsa no fue de ni de tristeza, ni desazón. Tampoco bronca. Por el contrario, fue un sentimiento que generó incluso gestos de alientos posteriormente al momento más duro de la noche, cuando Nikao rompió en pedazos definitivamente el sueño copero. Esta rápida asimilación de la gente no fue asociada a un gesto de resignación, estuvo vinculada a la confirmación de la creación de una promesa, una promesa que nació cuando Newell’s cambió de entrenador y que va tomando forma a pasos acelerados.
El sueño copero, instantes después de aquel fatídico partido de abril en tierras limítrofes, en principio solamente podía estar en la cabeza de algún trasnochado. No obstante, fue creciendo primero paulatinamente, más tarde y cercanamente al partido de anoche, con mayor intensidad. Y lejos estuvo de defraudar, el elenco del Parque fue competitivo una vez más y en oportunidad, nada más y nada menos que contra el adversario que en la ida le había pintado la cara e incluso, hecho precio en primera instancia.
La idea planteada por el Cuerpo Técnico Leproso se plasmó prácticamente sin errores. Con la obligación de ir por todo, decidió disputar el partido de igual a igual, plagando el mediocampo de jugadores con capacidades de presión, que le quitaron fluidez a un contrincante, que se encontró atónito todo el juego. En base a la marca, tuvo la pelota cerca del arco custodiado por Santos y aprovechó un partido inmejorable de Luis Leal -convirtió dos goles y fue la figura-, Héctor Fértoli y Víctor Figueroa, para inquietar permanentemente.
En el primer tiempo cumplió, marcó un tanto, que lo dejó con vida por un buen tramo. Después, ya en el complemento, siguió con la misma tesitura, con altos y bajos, con virtudes y con limitaciones propias asociadas a la jerarquía y juventud, pero con un claro lineamiento a seguir: ir hacia el arco brasileño. Desde la posesión o siendo vertical, La Lepra siempre llevó adelante un libreto coherente y se puso 2 a 0. Esa cohesión en el lineamiento a seguir, más allá del expuesto sacrificio de los jugadores, fue el que llevó a la gente al reconocimiento general. Ni siquiera el gol de Paranaense hizo nublar la perspectiva del hincha, Newell’s es otro y abrió las puertas, para ser mejor dentro de un tiempo. El principal artífice de esto fenómeno es De Felippe, él hizo posible el surgimiento de la esperanza a partir de trabajo futbolístico, físico y emocional en su plantel.
Con la aprobación en este durísimo partido, sumado a otras actuaciones superadoras, la Lepra demostró que podrá no estar en camino para la Copa Sudamericana, pero que sin lugar a dudas, de continuar por este sendero serán más las alegrías que las tristezas. Lo que ayer era malo, hoy no es tan así. Lo que ayer era demasiado joven, hoy es una inversión. Lo que ayer era pasado, hoy tiene expectativas de futuro.
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