Nicolas Capogrosso acaba de regresar de los Juegos Panamericanos 2019 con sede en Lima, donde supo alcanzar el tercer lugar del podio de Beach Volley junto con su compatriota Julián Azaad. Pero la biografía del rosarino se tornó interesante mucho antes, sobre todo para los hinchas de Newell’s Old Boys. Su paso por las inferiores rojinegras, su sueño frustrado por la corrupción, su amor por los colores, los comienzos en el volley, y el logro de la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos Lima 2019; todo en este mano a mano exclusivo con Planeta Newell’s.
Capo en el fútbol, y Grosso en el vóley, el deportista de 24 años cuenta su biografía: “Arranqué a los 4 años a jugar al fútbol. Jugué hasta los 12. De muy chico no entendés muy bien las cosas, jugás porque te gusta, mi idea era ser jugador de fútbol. En Malvinas te empiezan a enseñar que hay que ganarle a Central, que hay que salir campeón… te empiezan a formar como jugador” y agregó: “en mi casa se respira fútbol. Toda mi familia es fanática de Newell’s. Son todos enfermos como yo”.
El joven Capogrosso siempre fue apto para los deportes, ya desde las inferiores tenía proyección y pintaba para futuro guardián del arco leproso, pero tuvo la desgracia de coincidir con una etapa más negra que roja desde lo institucional, político y social del Club. Ahora bien, ¿qué pasó?
“No me olvido más” suspira Capogrosso al repasar su mala experiencia: “Todo empezó antes de un viaje que organizaba Newell’s para los que quedaban en AFA. Yo sabía que era el preferido para ser el arquero titular, los entrenadores ya me habían dicho que iba a estar en la lista. Un día llega mi viejo con la noticia de que no estaba entre los 4 arqueros de Malvinas seleccionados para jugar en AFA”. Nicolás insiste diciendo que la decisión “no condecía con el nivel de juego”.
“Empecé a vivir injusticias de pibe, no había motivos ni justificaciones válidas. Fue muy duro porque no pudieron explicarme por qué no estaba. Sentí que no dependía de mi nivel, sino de algo más: de un acomodo, de alguien que decide más arriba del nivel de juego. Luego me enteré que un dirigente de Newell’s vino a mi casa dos semanas antes y le dijo a mi papá que yo podía ser el segundo mejor arquero de la Argentina por debajo del Pato Fillol, que tenía proyección para llegar a primera, pero que en Newell’s había que poner plata” explayó Capogrosso profundamente avergonzado, que detalló: “acá el que pone plata juega dijeron. Eran 350 dólares por mes, lo quisieron explicar como si fuera una cuota societaria” pero la familia Capogrosso no se dejó llevar y rechazaron la propuesta inmediatamente. “Mi familia es buena gente y esas cosas en mi casa no se permiten.”
También atacó este tipo de prácticas en el deporte “Todo esto contradice la esencia del deporte. En los deportes de alto rendimiento juega el mejor, y cuando no es así es porque algo raro está pasando” analiza el medallista.
“Fue un clima muy tenso. Debe haber sido difícil para mi viejo porque el dirigente que vino a mi casa supo ser una gloria como jugador, salió campeón, y mi propio viejo gritó sus goles en su momento” rememoró. Esto llevó a que Nicolás dejara el fútbol definitivamente para alejarse de los vicios que este contiene. “Aunque seas el mejor, llega el que pone plata; si no, jugás en Rosarina”, concluyó Capogrosso haciendo referencia a esas épocas. Nicolás admite que por ese motivo comenzó a jugar al vóley: “no hubo otra razón. No es que yo quería jugar al vóley”.
“Si fuera por mí no hubiera contado nada de esto, soy un enfermo de Lepra y esto puede dejar mal parado al Club, que no es lo que quiero” reconoció, “pero por otro lado lo entiendo, debe haber sido duro para él”. Entre la culpa y el miedo por dar a luz una historia aberrante, Nicolás enfatiza “amo a Newell’s. Es parte importante de mi vida. Soy un enfermo que va siempre a la cancha y quiero poder seguir haciéndolo” e insistió incesantemente “no quiero dejar mal parado a Newell’s , por eso siempre dudé en contar estas cosas”.
Lo cierto es que los casos de corrupción como estos no dejan mal parado a ningún Club sino al deporte como tal. Se sabe, aunque no a ciencia cierta ya que pocos se animan a dar sus testimonios, que estas prácticas se dan en distintos clubes y en su mayoría sucede en dicha disciplina: el fútbol (masculino, en este caso). Pero Nicolás también reconoce: “contando estas cosas, haciendo ruido lo más probable es que en un futuro los dirigentes van a evitar estos comportamientos. Ojalá le haga bien al fútbol, y los dirigentes tengan un poco más de miedo de hacer cosas así”.
Pero no hay mal que por bien no venga. Nicolás se acercó al deporte practicado por su padre: el vóley. En sus tiempos libres lo acompañaba a entrenar, y de a poco le encontró el gusto. Arrancó a los 12 en Sonder y hasta los 18 se mantuvo jugando al vóley convencional, donde participó del seleccionado nacional (juvenil). Junto con la mayoría de edad también llegó la oferta de un nuevo deporte: Beach Volley. Nicolás se mantuvo practicando ambas disciplinas a la vez hasta que una lesión previa al Mundial Sub-19 de Beach Volley en Chipre hizo que llegara a una conclusión: “me perdí un Mundial, fue durísimo, es el sueño de cualquier deportista. Ahí me di cuenta que me quería dedicar al beach volley”. Reconoció que “fue una de las mejores decisiones de mi vida”.
“La adaptación no fue fácil, pero en este proceso lo conocí a Julián (Azaad), que jugaba con mi ex-compañero. Luego del 2016 arrancó la dupla Azaad-Capogrosso, los resultados empezaron a llegar y pudimos construir un equipo con tranquilidad. Eso nos hizo llegar al día de hoy”.
Capogrosso se afianzó como representante argentino en Beach Volley, y como tal supo acceder al podio en los Panamericanos Lima 2019 logrando la medalla de bronce “Lo viví muy nervioso, fueron 10 días que quería que terminaran lo antes posible” dijo entre risas, y agregó “vivimos mucha presión por obtener una medalla, pero fue una presión interna: queríamos alcanzar nuestros objetivos personales y en el camino se nos cruzaron un montón de cosas por la cabeza, pero todo esto hizo que haber ganado la medalla sea muy emocionante”. Capogrosso se descargó entre llantos y abrazos y destaca: “fue la sensación más linda de mi vida deportiva”.
La vida continúa, y Nicolás ya se encuentra entrenándose en Rosario “todavía cayendo y viviéndolo muy felíz”. Sabe que se viene un semestre complicado y que debe comenzar la pretemporada pensando en los Juegos Olímpicos Tokio 2020. “No hay que quedarse con esta medalla, hay que mirar para adelante, porque ese es el plus que nos va a hacer autosuperarnos en momentos críticos”.
Por: Miguel Freidenberg
Planeta Newell’s.