“Se ve que Newell’s es el equipo con más pertenencia del interior y desde hace muchos años, es muy grande. Cuando el club pasa un momento malo, se acercan los tipos más reconocidos, gente que ama al club y vuelve”, empezó el ocho en un dialogo con Infobae, en que se apreció distendido e íntimo y en el que admitió que “necesitaba de Newell’s”.
Orgulloso de su condición de hincha y jugador, volvió sobre el pasado y recordó cómo se dio el último título obtenido por el club: “En el 2013, el club estaba pasando un muy mal momento con el promedio y volvió el Tata Martino y salimos campeones. Volvieron Maxi, Nacho, el Gringo. Ahora nos tocó volver de nuevo a Nacho y a mí. Volvemos porque amamos al club. Un amor que a veces no se puede explicar. Se demuestra con hechos”.
Por si su fanatismo por la Lepra no había quedado claro en esta extensa nota, reafirmó: “En Newell’s estoy en Disney, es realmente mi casa. Estoy cerca de mi familia, que es muy fanática. El primer día que entré al complejo en Bella Vista me emocioné, y la primera vez que entré a la cancha con toda la gente me pasó lo mismo. Es como revivir mi infancia, mi vida”.
Prosiguiendo con la misma línea, dijo que “Bielsa es Newell’s. Cuando uno habla de Bielsa, lo primero que se te viene a la cabeza es el club. Fue quien dio este paso en el sentido de pertenencia”, pero confesó que su verdadero ídolo es el Tata: Cuando iba a la cancha con mi viejo tuve la posibilidad de verlo jugar. Yo de chiquito ya era volante y me identificaba con él. Imaginate en el 2013, era el entrenador y yo ocupaba su puesto, diez años después de mirarlo como hincha”. “Le está muy agradecido por lo formó en su última etapa de madurez” y admitió que a los 26 años empezó a disfrutar el fútbol y a progresar como jugador, por la conducción técnica de Martino.
En la línea del sentido de pertenencia, compartió un sentimiento que le tocó vivir hace prácticamente una década: “Cuando me la puse por primera vez al volver no sabía si era un jugador o un hincha“. Mismo sentimiento que hace que tenga recuerdos vividos vinculados al club con el mejor jugador del mundo: “En la Selección hablé con Messi pero fueron dos minutos y más en broma que en serio. Lo primero que hice cuando pude hablar con él fue decirle ‘ojalá que algún día vuelvas a Newell’s’. Leo se reía”.
Yendo al terreno personal, dio lugar a tener la oportunidad de meternos en su casa, que podrá parecer un poco “rara” para estos tiempos, pero que cada vez más analizan seguir esos pasos. “En casa no se prende el televisor. Estamos acostumbrados a escuchar música o convivir entre nosotros”. Y agregó: “No miro porque no le encuentro sentido a informarme cosas que ya sé. Algunos informan bien, por supuesto, pero otros son muy agresivos. No me gusta, es más por mi personalidad”. Algo parecido corre para su relación con el mundo de las redes sociales y la hostilidad de las mismas: “Siempre están los boludos que te escriben. Pienso que son tipos dolidos”.
El volante de 35 años contó que “en un vestuario soy un tipo muy tranquilo, alegre y me encanta divertir a mis compañeros, me prendo en todas las jodas“. De todas maneras, reconoce también que en las tomas de decisiones se pone “serio y fuerte” y a la hora de competir se vuelve “loco” y quiere ganar como sea, sin importarle cómo. “No me permito regular un partido. Necesito sacar todo lo que tengo para ganar”.
Por culminar, se refirió su famosa vehemencia dentro de una cancha, se abrió:”Mi cantidad de amarillas se hizo muy popular en Boca, pero toda mi vida fue así. Antes de llegar (a Boca) tenía millones. Es mi forma de jugar, no me permito ir a una pelota despacio. Sí me cuido de la tarjeta roja, pero siempre me gustó ir al límite. Ser agresivo en la recuperación y, al momento de jugar, bajar un cambio y leer el partido”.
El jugador reveló un secreto a voces porque muchas veces se ha dicho públicamente. “El problema de las amarillas” lo trató con muchos psicólogos porque había llegado a la conclusión que ya era parte de él.
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