Luego de la dura caída con Atlético Paranaense, pocos eran seguramente los que creyeron en esta posibilidad. En solo cuatro días, el Rojinegro modificó el semblante y más allá de los pequeños momentos circunstanciales, derrotó futbolísticamente de principio a fin a uno de los principales animadores de la Superliga y se quedó con tres puntos valiosísimos para el presente y futuro.
Por supuesto, el cambio de cara no fue casualidad. Anticipado por De Felippe, hubo alteraciones con respecto a lo que se venía viendo y acompañado por un opaco rival Cordobés, Newell’s, con muchos chicos de las inferiores, a su medida se lució. Desde la verticalidad, encontró diversa situaciones para ponerse contra el arquero Herrera y sin lugar a dudas, mereció mucho más de lo que logró. En este sentido, una vez más se vio el surgimiento de uno de los enemigos del conjunto del Parque: la falta de definición. Esta maldad del destino, se acrecentó jugada fallada tras jugada fallada, y más lo sufrió Newell’s, tras los tremendos errores del árbitro, Patricio Loustau, que derivaron en un gol de la visita.
Pero ni el magro rendimiento frente al arco, ni un fallo negativo de la justicia, hicieron caer el andamiaje que en líneas generales fue muy convincente, sobre todo, si tomamos como referencia a lo plasmado anteriormente. El equipo en la primera parte se mostró compacto, más corto que de costumbre entre su zona defensiva y media, y con un poder de contragolpe realmente picante. Esto quedó en evidencia más que nunca en la primera parte, cuando además de gol tempranero de Figueroa, que fue el personaje más importante para el desarrollo del encuentro, la Lepra consiguió formular otras tres jugadas, desde su salida rápida y fugaz, que por nada no terminaron en gol: una de Alexis Rodríguez, otra de Luis Leal y la última de Héctor Fértoli.
De igual forma, el prometedor funcionamiento y el esfuerzo físico realizado en los primeros 45 minutos, pareció parcialmente no alcanzar. Es que, a pesar de haberse puesto encima en el marcador, después de tanta lucha, Talleres empató el partido con un penal cuanto menos cuestionado y encima, para colmo de males, el portugués Leal pidió el cambio.
Todo parecía negativo para Newell’s en ese entonces, que en el complemento sintió la falta de su delantero, pero más, el desgaste hecho previamente. Así fue como la T emparejó las cosas, y aún estando lejos de generar peligro, por el duro momento que vive la Entidad del Parque, sumada a cómo se habían suscitado las cosas, dejaban entrever mucho sufrimiento.
Y fue tal el sufrimiento y la angustia, que la única forma de cambiar la historia fue con el nacimiento de otra. Con la esperanza de un juvenil que tal vez, si fueran distintas las cosas, si Braian Rivero hubiese estado en condiciones físicas, si el plantel no fuese tan corto, tal vez no hubiese tenido su chance. Pero la tuvo y la aprovechó. En el final del cotejo, puso su pierna derecha tras un córner y con fuerza, sin dejar que la pelota golpeé el piso, le pegó un cañonazo desde la entrada del área, que logró lo que nadie había podido, dejar sin respuestas a Herrera.
Así fue como un Newell’s distinto, un elenco que claramente venía corriendo de atrás, derrotó nada más y nada menos que a uno de los mejores del torneo de cabotaje y ahora, incluso después de un golpazo, tiene el placer de sonreír y ver como punto a punto, suma en la tabla de posiciones y se aleja de la zona que no quiere ni nombrar. Las unidades cosechadas en la nueva era son 10 de 15. Ya dejaron de sonar a pocas, ya son la muestra de la realidad, de un equipo que lentamente cambia lo que puede y se vuelve algo más competitivo. Ahora, el próximo adversario será Boca, eso es bueno, pues hace poco, ese adversario podría haberse llamado tranquilamente Newell’s.
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