Todavía no se sabe dónde está el fondo. Pero como no hay descensos, al menos en este primer semestre del 2021, más bajo no se puede caer. Newell’s perdió todo lo que disputó, dejó una mala imagen y redondeó uno de los peores semestres de su historia. Los números hablan por sí solos. El último lugar en la Copa de la Liga, la derrota en el clásico, la salida tempranera en la Copa Argentina y la posible eliminación en la Copa Sudamericana son indicadores fehacientes de que la Lepra está en una grave crisis deportiva. Y cuando las estadísticas son tan elocuentes, los resultados tan reiterativos y el funcionamiento tan deficiente es porque hay errores compartidos en todos los niveles.
Más allá de alguna mejora esporádica, NOB es un equipo que no tiene reacción futbolística, física y ni siquiera anímica. En el último tiempo se evidenció hasta en el lenguaje corporal de los jugadores que el asunto es más profundo. Desde el encuentro ante Gimnasia cada presentación fue peor a la anterior y en menos de un mes se produjeron algunos de los peores partidos del club en mucho tiempo. Ni en el torneo doméstico, ni en la Copa Argentina ni en un campeonato internacional se modificó la ecuación. Tampoco varió con el cambio de nombres ni las modificaciones de Burgos ante Sarmiento. Sí se vieron novedades positivas ante el limitado Palestino. Pero las sustituciones obedecieron a manozatos de ahogado del entrenador en una situación que difícilmente tenga retorno.
Evidentemente los futbolistas nunca congeniaron con Burgos y las famosas patas de la mesa nunca estuvieron alineadas. Muchos de ellos esgrimen que se sienten confundidos y no están acostumbrados a los métodos de entrenamiento del Mono. Como consecuencia, nada podía salir bien. Aún cuesta dimensionar de qué manera y en qué poco tiempo se evaporó la ilusión que trajo la llegada del nuevo entrenador.
El técnico tenía muchos adeptos: hinchas que son optimistas por naturaleza, aquellos que siguen el fútbol europeo y reconocían su trabajo en España y algunos bielsistas que se sintieron identificados con su discurso. Sin embargo, en tan solo 60 días, Burgos perdió a la gran masa de partidarios con la que contaba y el equipo quedó eliminado en cualquier competencia o desafío que se le presentó en el camino. Lo que era ilusión se transformó en desencanto en un abrir y cerrar de ojos y se derrumbó como las fichas de un dominó.
Pero todo esto se agrava porque la situación tiene su génesis en el tramo final de la era Kudelka, o incluso desde la reanudación del fútbol a fines de octubre. Y en todo este tiempo, al margen de los entrenadores, los denominadores comunes han sido los dirigentes, el Director Deportivo y la mayoría el plantel. Newell’s transita un momento donde le pesan los partidos y el equipo luce agotado. Es notorio como pierde en intensidad y dinámica ante cualquier rival. Y eso sucede, entre otras cosas, porque hay demasiados futbolistas experimentados y otros jóvenes que están dando sus primeros pasos en un contexto desfavorable. La Lepra tiene un plantel desbalanceado. Hay pocos elementos de la generación del medio, aquella que por cuestión etaria viven su momento de plenitud. Y el combo explosivo se dinamitó con una interminable ola de lesiones.
Desde que se reanudó el fútbol, desde los despachos hasta la cancha, Newell’s transcurre un recorrido propio de un equipo que desciende. No es saludable afirmar que este semestre debe quedar en el olvido. Por el contrario, todos deben tomar nota para que esto no vuelva a suceder. Desde D’Amico, por la elección de Peratta y los futbolistas; el Director Deportivo, por las decisiones a la hora de optar por los técnicos y armar el plantel; y los jugadores, que salen a la cancha y no han representado al hincha ni honraron su reputación.
En este panorama desalentador, al menos el partido ante Goainiense tiene el aliciente de que, milagro futbolístico de por medio, el Rojinegro aún ostenta opciones de pasar a la siguiente ronda. Pero, más allá de combinaciones estadísticas, será una jornada que puede marcar un punto de inflexión porque muy factiblemente muchos de los protagonistas ya no estarán en el próximo campeonato. Habrá cambio de fichas y nadie tiene asegurado su lugar, porque todo quedará supeditado a un movido mercado de pases y a la fecha en la que se desarrollen las tan esperadas elecciones.
Hoy todo está a la deriva y ya se encendieron las alarmas. Si Newell’s repite performances como la de los últimos meses, ya no se pagará con eliminaciones ni frustraciones sino con el tan temido descenso. El primer paso para modificar la realidad es aceptar el diagnóstico: esto fue una gran decepción y solo se resuelve con cambios estructurales.
Licenciado en Comunicación Social. Master en Periodismo Deportivo.
Periodista en De Leprosos y Canallas. Redactor en Planeta Newell’s