Newell’s cayó por 2 a 1 ante su eterno rival en una edición inédita del Clásico por los cuartos de final de la Copa Argentina. Una derrota que caló hondo por su propio significado y por la magnitud del enfrentamiento puntual. El equipo tuvo buenos pasajes de fútbol en la primera etapa que se disiparon con errores muy groseros en los dos goles canallas. La reacción fue nula y el saldo final dejó una caída que deja mucha tela para cortar y un mundo de aristas para analizar. Una de ellas es la actuación tanto de jugadores como el entrenador, las cuales ambas han salido debilitadas de las puertas de Sarandí. A continuación, el uno por uno de los protagonistas:
Alan Aguerre: Inseguridad en varias pelotas quietas, sobre todo en la primera etapa. Quizás podría haber hecho algo más en el gol de Herrera. Al margen de ello, cuando lo exigieron con remates directos respondió. Su actuación menos auspiciosa, si se tiene en cuenta que salvó varios partidos en el último tiempo.
Facundo Nadalín: Se proyectó con criterio durante la primera parte del cotejo. Cuando Ortigoza y Gil buscaron su espalda, él respondió con más voluntad que oficio. Le faltó desorden creativo para que sus buenas intenciones no dependiesen de los desmarques de Amoroso.
Teodoro Paredes: Se ganó la titularidad para este partido por su sobriedad a la hora de imponerse en los duelos y el juego aéreo. Sin embargo, la adrenalina propia de ser su primer clásico lo llevó a cometer infracciones evitables con el delantero de espaldas, y a ser expulsado. El primer gol auriazul provino de una falta de este tipo.
Fabricio Fontanini: Una fotocopia de los últimos partidos. Evidenció su poca ductilidad cuando le tocó perseguir a Zampedri. Sin embargo, a algunos errores con la pelota en sus pies los corrigió con la seguridad que tuvo en los cruces.
Mariano Bíttolo: Error determinante en la jugada que desemboca en el segundo gol. Pese a ello, fue el mejor del primer tiempo aportando salida clara desde su flanco y generando superioridades en la mitad de cancha. Se diluyó en el complemento como todo Newell’s.
Hernán Bernardello: Pese a que estuvo firme en vigilar sus espaldas en el primer tiempo, se mostró desatento en cuanto a la táctica fija. Quedó emparejado con Herrera en el primer gol canalla y no pudo bloquearlo. Cuando más debió mostrar su estirpe de referente, su conducta lo llevó a la expulsión.
Braian Rivero: Newell’s jugó y se desenvolvió mientras él se hizo dueño de las pelotas divididas y pudo imponerse en las disputas. No sufrió a sus espaldas pero su constante inclinación por volcar la presión hacia el sector derecho generó grietas por el sector opuesto. Su salida tras el 0-2 desarticuló el montaje ofensivo.
Joel Amoroso: Otra fotocopia de sus últimas actuaciones. Errores conceptuales a la hora de interpretar los ataques y tomar decisiones en los metros finales. Muy atolondrado a la hora de combinar su juego con las subidas de Nadalín. Con su sola disciplina para retroceder no alcanza.
Mauro Formica: Cuando Leal ofreció ventajas se encontró con el espacio frontal para conducir los ataques y bajo sus pies se gestó lo más peligroso de Newell’s. No obstante, se mostró débil en el cuerpo a cuerpo y errático a la hora de las terminaciones.
Hector Fértoli: A las trepadas de Bíttolo en el primer tiempo les aportó chispa. Fabricó muchas faltas y tuvo actitud para pedir la pelota y encarar. Lamentablemente, el insólito despiste que cometió al ubicarse en el primer palo dejó sin oposición a la débil punteada de Herrera. Somatizó aquella falla y volvió a ser el irresoluto al que le cuesta imponerse de visitante.
Luís Leal: En aquella aceptable primera parte de Newell’s cumplió sacando de zona a los centrales rivales y generando espacios para Formica y Fértoli. Su bajísimo nivel de forma, que se ratificó en la diferencia de velocidad para con el resto de los futbolistas, terminó pesando más y durante el segundo tiempo no gravitó. Con el ingreso de Oviedo se esperaba que se retrase algunos metros para oficiar de mediapunta pero no ocurrió. Ni apoyos, ni desmarques.
Joaquín Torres: Casi no gravitó en el juego. En su única acción de peligro frente al arco convirtió el gol.
Víctor Figueroa: Ingresó en el peor momento de Newell’s y ocupó una zona de la medular en la que su parsimonia es contraproducente. No entró al ritmo que pedía el partido y su juego cadencioso chocó con las urgencias del partido y con la envalentonada resistencia del rival.
Alfio Oviedo: No gravitó. Serias dificultades para imponerse en el juego aéreo, ni hablar por bajo. El desconcierto del segundo tiempo atentó contra la producción futbolística del equipo y los delanteros quedaron presos de esa urgencia.
Omar De Felippe: Quedará marcado como el padre de la derrota. No tanto por los errores de este partido, sino por no poder encontrar un plan de juego confiable para los partidos fuera del Marcelo Bielsa. El primer tiempo lo encontró a Newell’s asentado en el terreno pero, como en la mayoría de los partidos de la Superliga, el primer error no forzado nubló el semblante de los jugadores. Buscó shockear el trámite del juego con tres cambios rápidos después de los dos goles del rival, pero sus movimientos quedaron en simples manotazos de ahogado. Figueroa no conectó, Torres no desniveló y Oviedo no logró quedar de cara al gol. Al margen de lo que el resultado dicta, da la sensación que el banco de suplentes no disponía de la soltura que podía tener. Lo resonante de la caída supone un cachetazo duro para un entrenador que venía levantándose tras el tambaleo. Su continuidad pende de un hilo y el encuentro del domingo ante Racing se ve lejano desde la posición del cuerpo técnico.
Planeta Newells | A Dos Canchas